Mientras en Buenos Aires la política parece una remake sin presupuesto de Mad Max, en Misiones el tablero se acomoda con una estrategia que mezcla kung-fu legislativo y ajedrez institucional. Con un Congreso nacional más trabado que WhatsApp en Año Nuevo, la representación misionera en el Senado cobra brillo. ¿Por qué? Porque cuando nadie tiene los votos, el que tiene dos, vale oro. Y ahí aparecen, como superhéroes con mate en mano, los senadores misioneros. Spoiler: los van a venir a buscar. Con moño, si es necesario. 

En el resto del país, los bloques están más desmembrados que banda de cumbia tras el primer hit. Pero acá, en la tierra colorada, el triunfo legislativo se agranda como precio en góndola. Y se abre una etapa Neo, como si estuviéramos en Matrix, pero con más boletas y menos efectos especiales.

Octubre promete: el exgobernador Oscar Herrera Ahuad se perfila como el primero en la lista de legisladores nacionales, con el misionerismo como estandarte y una agenda que sí le importa a la gente: agro, empleo, salarios… Es decir, no está pensando en Twitter ni en lanzar NFTs de próceres.

Entre la cordura y el caos: el dilema amarillo

Rita Flores y Walter Ríos conducen la rama cuerda del partido de Ramon Amarilla, esa que quiere hacer política en serio (sí, aunque suene raro hoy en día). No confundir con la otra rama, la que lideró una revuelta que dejó daños por mil millones y una factura abierta al Estado… o sea, a vos, a mí y al que todavía cree que el IVA es un grupo musical. Ahí está la bifurcación: ¿construimos con diálogo o seguimos la moda de romper todo para aparecer en los portales?

Porque ojo, hay quienes se confundieron y creen que existe un partido policial. Spoiler: no, no hay. La policía no es un espacio político, es una institución. La creó Belgrano, no TikTok. Y por si hace falta decirlo: Misiones es tierra de paz, no de piquetes de cosplay uniformado.

Espiame esta: Bullrich y la incoherencia premium

Ahora, si hablamos de incoherencia gourmet, la resolución de Patricia Bullrich se lleva el premio: habilita a espiar redes sociales sin orden judicial. Un 2x1 en paranoia y retroceso institucional. ¿Y quién lo aplaude? Martin Goerling, el muchacho que acá rechazó un sistema legal y transparente para combatir el delito, pero allá levanta la manito por una versión trucha con más agujeros que excusa de político en campaña.

Arjol, sin señal ni roaming político

Y por si faltaba algo, desde Buenos Aires ya ni le atienden el teléfono a Martin Arjol. Su elección fue tan ruidosa como un meme viejo. Lo dejaron en visto. Literalmente. Allá, su liderazgo cotiza menos que el austral.

Conclusión

Mientras la política nacional se parece cada vez más a un sketch de Capusotto sin final, Misiones se posiciona como el distrito zen, el que aún cree en la gestión, el diálogo y en que las instituciones sirven para algo más que sacarse selfies.