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El humedal más contaminado del país empeora cada día

Ya pasaron veinticinco años del plazo prometido para limpiar el Riachuelo. 
Arq. Eduardo Saldivia

Por Arq. Eduardo Saldivia

La Matanza debe su nombre a que allí se ubicaron los primeros mataderos, donde se faenaba el ganado. Desde los arrabales se veían correr verdaderos ríos de sangre de las reses, acompañado por el olor fétido propio del proceso de descomposición. Así comenzó la contaminación del Riachuelo, curso de agua que hoy separa a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de la zona Sur del área Metropolitana.


En nuestras casas, estamos acostumbrados a ver en el fondo de los tachos de basura un agua negra, ese líquido que desprende la basura es básicamente agua sin oxígeno y se lo denomina lixiviado. El nivel de contaminación que tiene ese líquido impide que cualquier forma de vida en su interior, ningún pez que se sumerja allí podrá respirar, y los mismos fluidos tóxicos generan una película en la superficie que bloquea el intercambio de gases.


Aquellos mataderos y curtiembres, luego se convertirían en enormes frigoríficos, llegando a ser verdaderas factorías de la industria alimenticia. Siempre dándole a sus desechos la misma disposición final: arrojarlos al Riachuelo sin ningún tipo de control. Incluso industrias de otros rubros también empezaron a echar sus efluentes allí.


Así fue como el Riachuelo se convirtió en uno de los ríos más contaminados del mundo, un río de líquido lixiviado comparable con el Ganges en la India o el Nilo en Egipto, con autos enteros sumergidos, animales muertos flotando. El nivel de toxicidad que llevaba la corriente por el Riachuelo deterioró a todos los ecosistemas a su alrededor, produciendo un impacto ambiental muy nocivo, perjudicando notablemente -incluso- la salud de las personas.


En los 90s el estado de deterioro ambiental era gravísimo y ya no se podía ocultar, obligando al gobierno nacional, a través de su Secretaría Ambiental -creada en 1991- a prometer un plan de saneamiento del Riachuelo en un corto plazo. El 4 de enero de 1993, la Ing. María Julia Alsogaray, Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano, se comprometió públicamente a dejar limpio el Riachuelo en mil días. Según sus propias palabras, el 1ro de Octubre de 1996 quedaría tan limpio que ella misma se iba a tirar a nadar allí.


Pronto se cumplirán 25 años de ese plazo, pero nada de esto pasó.

La corrupción y la presión industrial se ocuparon de evitar que esto suceda y sedujeron a una funcionaria que quintuplico su patrimonio en esa época. Diez años después terminó condenada por enriquecimiento ilícito, mientras tanto el Riachuelo seguía empeorando.

A partir de una demanda iniciada en 2004 por los vecinos al Riachuelo -encabezados por Beatriz Silvia Mendoza- la Justicia argentina trata de tomar cartas en el asunto y dictó un fallo favorable por daños y perjuicios ambientales, contra el estado argentino.


Así, en 2006, impulsado por la Corte Suprema, se crea por ley Acumar. La Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo es una entidad pública, autónoma y autárquica, creada mediante la Ley N° 26.168 para llevar adelante un Plan Integral de Saneamiento Ambiental.


Los auditores del organismo recorren metro a metro la rivera del Riachuelo, su costa sobre la ciudad y la cota sobre el lado de la provincia, y verifican innumerables caños que sin ningún tipo de tratamiento vuelcan desechos industriales al río, proviniendo de fábricas ubicadas incluso a varios cientos de metros dentro de la trama urbana. Instalaciones clandestinas, que nunca debieron hacerse.


 Arq. Eduardo Saldivia para Agencia Hoy

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