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Quién es Robert Prevost, el nuevo Papa León XIV
El nuevo Papa, conjuga solidez doctrinal, formación, experiencia pastoral en América Latina y ascendencia real en la Curia. Pese a venir de Norteamérica, no sería un sumo pontífice alineado con el gobierno ultraderechista de Donald Trump.

El nuevo Papa, el 267° en la historia de la Iglesia Católica y sucesor de Francisco I, es el norteamericano Robert Prevost, que se llamará León XIV, según lo anunció protodiácono Dominique Mamberti, con el tradicional “Habemus Papam”.
Según informó el portal Letra P, actual prefecto del Dicasterio para los Obispos, el perfil de Prevost conjuga solidez doctrinal, formación intelectual, experiencia pastoral en América Latina y ascendencia real en la Curia. A diferencia de otros papables, no llegó con una candidatura explícita, sino con la acumulación silenciosa de respaldos: es un outsider con ADN bergogliano.
De 69 años, Prevost fue
misionero en el norte del Perú durante casi dos décadas. Se formó en Roma y
asumió luego la conducción global de la orden de San Agustín, antes de ser
convocado por el propio Francisco, al corazón del engranaje vaticano.
Desde allí, condujo la
compleja selección de obispos en los cinco continentes, en un momento donde la
Iglesia buscó evitar el cortocircuito entre centralismo curial y sinodalidad
local.
“Combina el pragmatismo
norteamericano con la calidez y la cercanía de los pueblos latinoamericanos,
donde se fogueó y se curtió como pastor”, dijo a Letra P, un sacerdote
argentino que se mueve por los pasillos curiales.
Esta síntesis geopolítica,
aseguran las fuentes, lo posiciona como "bisagra entre bloques que, hasta
ahora, parecen irreconciliables".
En tanto, con doble
nacionalidad estadounidense y peruana, Prevost podría operar como puente en una
Iglesia tensionada entre la continuidad pastoral del papa argentino y los
movimientos restauracionistas que buscan retomar el control y volver todo hacia
atrás.
Su pasado como prior general,
su manejo fluido del español, el inglés, el italiano y el francés y su
sobriedad convirtieron a Prevost en un candidato confiable, incluso para los
sectores más conservadores.
En la Santa Sede se lo ve
como un engranaje técnico y estratégico. Fue “ojeador” de Bergoglio en el
nombramiento de obispos con perfil pastoral, pero su sólida formación en
Derecho Canónico, también le da espalda institucional.
Asimismo, la llegada de Prevost
al trono de Pedro también tendría efectos más allá de los muros vaticanos. Su
conocimiento profundo del funcionamiento político de Estados Unidos, lo vuelve
una posible figura de contrapeso para las políticas que Donald Trump, caracterizadas
por la xenofobia y el belicismo.