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Cultura

El Barrio Sol Naciente latió al son del candombe para Baltazar

La celebración de San Baltazar tuvo lugar en la plaza principal del vecindario de la Chacra 96 de Posadas, donde el escenario del Kokü Móvil recibió a diferentes artistas y agrupaciones en las que los tambores fueron la estrella principal.

Cuenta don Jorge, un vecino memorioso del Barrio Sol Naciente (en donde se realizó la celebración de San Baltazar) que el mote de «Villa Hollywood» con el que durante mucho tiempo se conoció a este vecindario posadeño, surgió a partir de comentarios estigmatizantes con los que se buscaba degradar a las familias del lugar.

«Decían que acá nadie trabajaba porque eran todas estrellas de Hollywood; y también decían así porque acá siempre había operativos policiales espectaculares. Entonces nos pusieron ese nombre para relacionar al barrio y su gente con la pobreza y la delincuencia, pero la realidad es que este fue y es un barrio de gente trabajadora y humilde» dice el vecino.

Aquí, en la plaza del barrio Sol Naciente, justo frente al centro comunitario – que hace más de veinte años reúne a niños, jóvenes y adultos en distintas actividades socio- culturales-, el viernes por la tarde aparcó el Kokú Móvil, este camión con escenario móvil que el ministerio de Cultura de la Provincia puso al servicio de la cultura comunitaria.

Caía la tarde y el calor no daba tregua. Pero de a poco, la gente del barrio se fue acercando a la plaza para vivir lo que sería la conmemoración popular a San Baltazar, «el Santo kambá (negro)».

Richard Cantero, músico que conformó junto a pibes de este y otros barrios, hace ya dos décadas, La Murga Curamales, brindó la bienvenida a esos primeros vecinos que, silleta y tereré a cuestas, se iban instalando frente al Kokú Móvil. Junto al presentador y maestro del idioma guaraní, Juan Fariña, dieron formal inicio a la fiesta popular, que tuvo como primer número al grupo El Golpe de Aire, un ensamble de diez músicos que entre tambores e instrumentos de viento, recrean un cancionero alegre y energizante.

«Nunca es suficiente» de Los Angeles Azules, «Muriendo de plena» de Rubén Rada, «Negra, ron y velas» de la Delio Váldez y hasta una versión del clásico himno de la resistencia antifascista italiana «Bella ciao», rompieron el hielo y desataron el baile en la plaza. Inevitablemente, la algarabía mayor llegaría con la ejecución de otro himno, más cercano en tiempo y espacio:

«Muchachos», la canción que inmortalizó la hinchada argentina en el reciente e inolvidable Mundial de Fútbol Catar 2022.

Erna Nordfors, bailarina de candombe y que junto a Richard cantero se pusieron al hombro la convocatoria de los artistas y detalles del evento, observó que «es maravilloso que podamos estar compartiendo esto con la gente del barrio; esta es una expresión genuina de la cultura. En cada barrio hay artistas y expresiones que hacen a la cultura comunitaria».

Ya con la Luna del Lobo asomando su brillo sobre el cielo del Sol Naciente, «Prisca» se encargó de compartir unos chamamecitos, y luego Cantero se mandó con una composición propia en homenaje a otro personaje insigne de la devoción popular: Antonio Gil, más conocido como el «Gauchito Gil», a quien se le rinde tributo cada 8 de enero.

La velada continuó con varios miembros de la Curamales musiqueando sobre el Kokú Móvil, a lo que se incorporó la actuación de los Hermanos Albertario, quienes deleitaron al público con clásicos de la veta candombera de Bersuit Vergarabat, entre ellos «Negra murguera» y «Desconexión sideral».

Para entonces el clima festivo era total. El ministro de Cultura Joselo Schuap, que estaba desde el principio disfrutando «desde abajo», no aguantó las ganas de sumarse al ritual, y empuñó su guitarra para incorporarse con una versión de «Candombe de mucho palo» (Alfredo Zitarrosa) y de su propia cosecha, la siempre emotiva «Desde el barrio», que recuerda a un gran referente de los tambores en Misiones, «Ichu Castillo», quien en vida habitualmente rendía tributo a San Baltazar.

El cierre de la celebración de San Baltazar

El cierre llegó de la mano de Espiraliña, retoño menor y ya crecido del proyecto de tambores Espiral, que bajó el telón a puro samba reggae, y con la unificación tribal de todos los tambores presentes.

De este modo, culminaba un encuentro cultural y barrial que puso en primer plano la figura de una santidad que, en palabras de la docente, escritora referente del Colectivo Afrodescendiente de Misiones, Nélida Wisneke, presente en el lugar, «además de ser considerado un santo, es una figura de resistencia y reivindicación para todos los negros, los afros, un santo popular que nos habla de nuestra historia silenciada».

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