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Economía

Acuerdo con la Unión Europea: aislarnos sólo trajo estancamiento

"Tenemos entre dos y tres años hasta su aprobación y luego comenzará un proceso de adaptación que va hasta los 15 años para los sectores más sensibles", dijo Martín Rappallin
Martín Rappallini

Por Martín Rappallini

El acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur es el puntapié inicial del proceso de modernización e integración que tiene que realizar la Argentina para caminar hacia el crecimiento y el desarrollo. Los últimos diez años demuestran que el aislamiento nos conduce al estancamiento: el país no creció, no generó empleo privado ni aumentó sus exportaciones.


El acuerdo que acaba de alcanzarse nos brinda una inmejorable oportunidad para remover todos los obstáculos internos que traban nuestro desarrollo, y eliminar todas las distorsiones que arrastra nuestra economía. Esta agenda de integración debe incluir un diálogo intersectorial que nos permita una revisión del sistema impositivo y de los costos laborales, con el fin de convertirnos en un país competitivo en el largo plazo.


Aumentar las exportaciones conllevará un beneficio doble: crecerá la demanda de trabajo privado y aumentará el ingreso genuino de dólares al país. De esta manera, ganar competitividad redundará en beneficios directos para todos los trabajadores y ayudará a construir una economía nacional que abandone los históricos ciclos negativos derivados de la falta de divisas.


Un punto interesante es que el acuerdo tiene tiempos. En principio, tenemos entre dos y tres años hasta su aprobación y luego comenzará un proceso de adaptación que va hasta los 15 años para los sectores más sensibles.


Es importante destacar que los negociadores del Mercosur mantuvieron numerosas reuniones con los representantes de los distintos sectores productivos. El documento tuvo en cuenta a los sectores más sensibles, a los que les otorgó un mayor tiempo de adaptación, mediante aranceles que evitarán el libre ingreso de productos europeos durante una década y media.


Durante los primeros años, el Mercosur se verá especialmente favorecido, ya que los europeos se han comprometido a eliminar aranceles para un 76% de las importaciones provenientes de nuestros países, mientras que nosotros quitaremos estos impuestos sólo a un 13% de los productos y servicios que compramos a la Unión Europea.


Otro rasgo fundamental es que el bloque europeo dispondrá un fondo para que las empresas del Mercosur puedan reconvertirse y adaptarse al nuevo escenario. Se trata de un punto no menor, ya que las empresas argentinas podrán así acceder a la compra de bienes de capital de última tecnología para transformar sus matrices productivas a tasas sustancialmente menores de las que podrían obtener en el mercado local.


Otro dato a considerar es que el acuerdo se ha firmado con un bloque que paga salarios altos y tiene reglas comerciales claras, lo cual permitirá a los empresarios del Mercosur contar con una adecuada certidumbre en cuanto a las reglas de juego, sabiendo que los países europeos no habilitarán la instalación de factorías con mano de obra barata para bajar sus costos, estrategia que siguen algunas naciones asiáticas.


Argentina perdió mucho tiempo mientras el resto del mundo avanzaba. Este acuerdo nos da tiempo para adaptarnos, pero nos pone ante el desafío de trabajar en acuerdos tripartitos entre Estado, trabajadores y empresarios, para comenzar una imprescindible transformación económica y volvernos competitivos.


La agenda de integración deberá incluir un arduo trabajo de transformación en materia tributaria, laboral, burocrática, logística, portuaria y aduanera, para dejar atrás todas las mochilas que hoy frenan el crecimiento del sector privado.


Estamos ante una oportunidad que no podemos desaprovechar. Su sentido y sus objetivos deben estar por encima de la “grieta” y convertirse en una verdadera Política de Estado. Por sí solo, el acuerdo no transformará nuestra realidad, pero tiene la virtud de colocarnos ante un espejo que nos incomoda: la Argentina actual no está lista para competir. Por ello, todos los que tenemos relación con el mundo de la producción, debemos enfocarnos fuertemente en mejorar la productividad de los distintos sectores de nuestra economía, para estar a la altura de las circunstancias e ingresar, por fin, a la senda del desarrollo.



Martín Rappallini -  Presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires; Presidente de la Comisión PyMI, Desarrollo Regional y Transporte de la UIA; y Titular de Alberdi Desarrollos

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